jueves, 28 de febrero de 2008

Adicto al Hi5

La nueva red social de la Internet. Adictivo para muchos, ha logrado capturar políticos, artistas e hijos de vecinos. El Hi5 es un fenómeno mediático que ha sido fundamental en investigaciones periodísticas, ampays a tramposos y cupido de parejas. Aquí, una oda al nuevo vicio del siglo 21.

Por David Gavidia.

Poseros y figurettis. Púdicos e impúdicos. ¿Quién no es víctima del Hi5? ¡Qué levante la mano! Florcita Polo tiene el suyo, Tula Rodríguez también. No escapan los políticos: En el Hi de Luciana León se la ve montando bicicleta, debatiendo en el Congreso, aguantando a Mulder y Giampietri. Entre sus contactos, el hijo de Alan García, Alan Simón. Tanto fue el acoso que el engreído de Palacio tuvo que desactivar su cuenta. Su perfil de un día para otro se vio saturado de gente desconocida que le decía: ¡Osito, osito!”… “! Tu viejo el tetón!”.
Si “investigamos” un poco más hallamos a la ministra de comercio exterior, Mercedes Aráoz, y descubrimos que se considera divertida y conversadora, que le gusta la gente “Buena Vibra”, que vive o vivió en Magdalena y que es amante del buen rock y el Jazz. Gusta de series como Friends. Lee a Vargas Llosa.
Sin ir muy lejos y aterrizando pata, este pechito se considera un adicto al Hi. Si tuviera la paranoia de Ruben Feffer, en Mi novia Polly, seguro tendría la siguiente estadística: ingreso tres veces por día. Cada sesión dura 120 minutos, diríamos que paso seis horas diarias, 42 a la semana, si calculamos que ando metido en este vicio desde el 2006, fácil llegaría a los siete días fisgoneando entre fotos y videos, comments y recortes. ¡¡¡¡Dejando mensajes!!!. ¡!!qué desperdicio de vida, caray!!!!...
Y no se trata de un pecado original. Lanzo la pregunta, sin temor a equivocarme. ¿Cuántos de ustedes tienen un Hi5?, quien diga no por favor dejar de leer de inmediato. Lo aseguro, no hay persona menor de 30 años que no ande metido en este vicio. La red social de la Internet. Esa donde expones tu vida para gozo de sátiros y vecinos, de amigos y bandidos, de novios y afanes, de agarres y amantes. La gran vía de la información personal dispuesta a los ojos de cualquiera atorrante.
Usurpemos alguno:
Bienvenido al hi5 de “X”:
Leamos su Acerca de mi: “Soy una chika SuPer Chvr, amiera y ReilonA… Hablar de mi??? uhmmmm dificil, solo que me gusta conocer nuevos amios, cero paltas chikos :),
Revisando un poco más se pueden hallar tanto sus debilidades como sus fortalezas. Así como su preferencia sexual: Heterosexual, y descubrir que no gusta del cigarro ni del alcohol (solo en compañía).
Entonces, conocer, odiar o enamorarse resulta tan fácil y platónico que uno nunca se da cuenta cuándo se involucró, terminó y perdió. Una amiga de mi amigo conoció a su actual pareja por el Hi. A los tres meses eran NOVIOS, a las cuatro esperaban un BEBÉ y al año ya eran papá y mamá. Y cuentan su historia con orgullo. “Lo conocí viendo sus fotos, le dejé un mensaje, me respondió, luego yo le respondí, le dejé mi correo, quedamos para salir, cuando nos vimos nos gustamos, chapamos y estuvimos… y así hasta ahora, somos felices”.
Cuántas historias parecidas. El gusto por la foto, el mensaje afanador: “Uy … que guapa mi amiita, sales regia” o los más aberrantes comments como: “No sabía que había ángeles en la tierra” o los más mandados: “Hola preciosa, habla cuando salimos”.
Y así se van denigrando hasta llega al típico: “Hola mi amor, tu pic esta linda, te dejo un besito pes, y haver si me agregas:
davidtequiere@hotmail.com”.
Ya queda en quien agregar, activar o rechazar. En mi caso soy buen pobre: acepto a todos, me creo Roberto Carlos y su millón de amigos. En realidad solo tengo 245 contactos que me han dejado un total de 185 comentarios en sus 232 visitas. ¡Carambas!, y eso que me esfuerzo por tener un buen Hi5. Mis amigas más simpáticas llegan a cifras alucinantes: una de ellas, Cristal, alcanza las 20 mil y los escalofriantes 7 mil mensajes. Todos quieren su correo, una respuesta, ella con mucho caché no responde uno y acepta a todos. ¡Pendeja!, le increpé hace unos días. Se cagó de risa.
Y ya acabando con tanto rollo. Se han dado cuenta de la evolución del Hi. Hace unos meses, qué nos íbamos a imaginar de que podríamos ver a quienes estaban el línea, que los mensajes podían ser musicales, que podías colgar un video clip, tapizar tu perfil, ¡!!AGREGAR UN ARTILUGIO...!!! Innovaciones que han aumentado el síntoma “Pásame los 5”, Hi5. Ese que ya rompió barreras para hacer de cada perfil un book artístico personal. Un block de anécdotas, una bitácora de los recuerdos surfeando la Internet, con sus perfecciones y defectos, con sus alegrías y frustraciones.
Y es que cada uno en esa página se ve reflejado y encuentra la oportunidad de conocer más al pata, la amiga o amigo cuero, mensajear y conversar, además de alimentar ese complejo vivo de querer ser modelos por un día. Ponemos las fotos en la playa (“Este cuerpo decadente”), en reuniones, sonrientes y cheleras. Será por eso que posamos, ponemos las manos en la cintura, ponemos los cachitos al chochera, inventamos nuestra mejor sonrisa y brindamos para aceptar comments como este: “tsss borracho como siempre”, “oe, ese es fulbito o full vaso”, para rematar con mensajes avispados: “esa noche fue lo mximo… espero se repita amios… los kelo muxo…”.
Y posamos, seguimos posando… y aceptamos mensajes y más mensajes. Y que no les quede duda, siempre es así, sea quien sea. Ya lo saben, Luciana León, Mercedes Aráoz, Tula Rodríguez o Florcita Polo, todos andan en el vicio del Hi5, pues es para poseros y figurettis, para públicos e impúdicos. No se sientan mal chicos si al leer esto se sienten identificados. Solo para alimentar su desazón les pregunto entonces: ¿Quién de ustedes y delante de una cámara, alguna vez, no ha posado pensando: esta va pal´ Hi?.
Señores, ya tienen la respuesta. Malditos adictos.

miércoles, 27 de febrero de 2008


Crónicas populares
Tarjeta recibida, tarjeta pagada

Le llaman “actividad”. Y esta ausente toda clase. Chacalón es el rey y las navajas sus siervos. El pollo es el ingrediente especial. Imposible no conocer alguna. El mundo se rige bajo su cultura. Señores, el mundo chicha a sus pies. “! Apoya pe!”.


Escribe: David Gavidia.
(Texto publicado en el diario Liberación en agosto del 2004)

Charito se pinta la boquita. Pronto el Pepe la vendrá a recoger. Hace una semana su mejor amiga, la Carmencita, tuvo un accidente, no tenían cómo pagar los gastos del Hospital, y pronto la echarían. Charito, bondadosa ella, organizó la actividad. Una pollada, ¡quiii buiiiina! Con su sonrisa coquetona y el viejo truco de tarjeta recibida, tarjeta pagada. Se armó la jarana.

El barrio se puso de pie. La actividad se organizaría en casa de la interna. Sonia, su madre, estaba feliz por el apoyo brindado. La pollada sería todo un éxito, la “gente” había prometido secar el bar, que, como siempre, estaría surtido de la deliciosa cerveza y las gaseosas bien heladas y habían hecho el juramento de bailar “La Culebrítica” y “Pedro Navaja” al estilo J.Lo toda la noche. Claro, siempre acompañados por el sonido del potente equipo estereofónico. El donativo: 6 luquitas. La fiesta del pollo prometía diversión y era por una buena causa: el sanar a Carmencita, “como estaría sufriendo la pobre, tan alegre ella”.

En el Hospital le habían exigido a la familia Lara pagar los costos del internado, alimento y medicinas. Ellos, provenientes de “una familia humilde” no tenían un real para pagar sus desgracias. El padre era gasfitero, quien se quejaba del abuso de los tributos e impuestos y del alcalde desgraciado que no lo deja trabajar. La madre, la abnegada ama de casa, renegaba pues su novela “El clon” fue cortada en sus capítulos finales. Mil oficios suspendido y Jessica Tapia se veía regia, ella no.

El Pepe, con sus mejores ropas llegaba a la casa de la Charo, ella mondonguda y anestésica, aparecía misma quinceañera por su escalera, el jeans apretadito parecía romperse. Era perfecta para el Pepe bodeguero y con estudios de diseño gráfico incompletos en el instituto Riva Agüero. “!Prométeme!, ¡Júrame!, que no harás escándalos José, por el amor de Dios”.

Algún amigo me contó que las polladas son las mejores fiestas del mundo. Y no se equivoca. Hay de todo: Cervezas, cigarros, música y mujeres. Siempre tienen un fin social y demuestran solidaridad. Las anticuchadas, las picaronadas, las frejoladas y todas las terminadas en “...adas” eran derivadas de la reina de las actividades, donde la excusa de ayuda se refleja en un pollo bien sazonado. Él lo sabía bien, Mónica Zevallos lo bautizó como el Rey de las polladas, tenía autoridad para dictar cátedra.

La idea de “actividad” en los distritos villamiseria ha sido despojada, estas ya se han globalizado y forman parte de la llamada cultura chicha, conformada por la cultura combi, y el hacer o deshacer las normas. Ahora, estas fiestas populares uno las encuentra por doquier y lo único que suele variar es el precio, puede llegar hasta 10 soles en el más pituco de los casos.

La tía Pochita había sido la encargada de aderezar, echar los ajos, la pimienta, el vinagre y el toque secreto del sabor, su compadre Juan fue el encargado de hacer el contrato con la cervecería para abarrotar el bar y la sufrida familia de la accidentada se contentaban con “poner” el local. La inversión en la compra de los 50 pollos había sido de 200 tarjetas proyectadas a recuperar el dinero y ganar alguito con lo que puedan curar las heridas y el trauma que habrían dejado como secuelas el choque perverso.

Debe ser que en toda fiesta popular nunca faltan los alaridos espantosos y cánticos chillones de las mujeres, esta no era la excepción. Cuando llegaron Pepe y Charo, tras una caminata de dos cuadras, la humilde casa era una carpa Grau con los últimos hits de moda. La fiel amiga llegaba del brazo con su novio adorado, era hora de marcar tarjeta: el 056 doña Gertrudis, ésta lo hace con un plumón sobre cartulina amarilla, observa, casi todas estaban vendidas, era las 6 de la tarde, faltaría más pollo, la cerveza se acababa, eran felices, esto significaría que ya estaban ganando.

Estas fiestas hacen un clima especial en los alrededores de la casa, muchachos jugando pelota hasta altas horas de la noche, bien vestidos y con los zapatos de estreno, las tiendas abiertas hasta que finalice la reunión, no falta quien extremadamente alegre se ponga a bailar con la chica que siempre quiso en plena vereda, mientras esta le sigue el juego y el hombre fiel a su instinto sexual empieza a recrear imágenes malignas en su mente, “se me hizo, ya me ligo” y los amigotes haciendo la barra respectiva. El otro se agacha en el suelo y cree bailar bonito, no sabe que hace el ridículo, es el centro de atención.

La Charo preocupada de la organización logra sacar cuentas, pronto su amiga estaría a su lado para confesarle que ella estaba embarazada y necesitaría una pollada parecida para el tratamiento, “nunca para el aborto mi amor”, la carismática organizadora no puede tomar y sus gestos se hacen extraños, parece haber recordado que hace dos meses no reglaba y que el Pepe no la amaba.

Mientras tanto Carmencita, tumbada en una cama de sabanas blancas frías, se da por enterada: “La pollada es todo un éxito, pronto saldrás de tan feo lugar”. Sus estudios los había suspendido por un tiempo, o por falta de dinero y unos días antes del accidente se reunió con su mejor amiga planeando como se llevaría acabo una reunión entre los amigos no mas” para pagar la mensualidad de su instituto, donde estudiaba computación y administración de empresas, tenia un sueño: el negocio propio. Los planes habían tenido que cambiar, el festín ya no seria para pagar el mes si no su tratamiento. Charito ya dudaba: un día después se enteraba que tendría un hijo dentro de siete meses y a sus escasos 21 años. Ese día la desgracia le toco la puerta dos veces: su amiga estaba convaleciendo, se moría. Una pollada sería la solución. Ahora era todo un éxito

La familia Lara se divertía como nunca a pesar de la desgracia. Los Caribeños retumbaban las paredes al ritmo del Me enamoré de ti y qué. En ese instante, Chicho por fin se le mandaba a Fiorella, la respuesta: afirmativa. Un beso para festejar y dos más para celebrar. La nueva pareja del barrio, es típico comentan, falta la pelea.

Una suma rápida y las cuentas ya excedían los dos mil soles. Cifra exorbitante. Y seguía llegando gente, ahora era el turno de los amigos del instituto de la herida, llegaron en el momento exacto, la fiesta estaba en su clímax. Habían venido de diversos distrito, todos en el mismo auto, un StationWagon blanco, arrumados uno encima del otro, mujeres cargan a los hombres, “al revés no corre chicos, y si hay baches en el camino”.

Ocho de la noche. Hora digna para los buitres nocturnos, cazadores de doncellas tímidas y algunas guaraperas. La Charito apretadita ya no aguanta más, quiere vomitar. El pollo mal sazonado le había provocado nauseas, esa fue la excusa. Pepe presintió algo malo, fue en su búsqueda, no es pollo, ni la juerga, vas a ser papá. Mal momento para una discusión, el escándalo estaba desatado, una bofetada en la boquita pintadita y un desesperado grito: “ese hijo no es de mí”.
- “Era de esperarse esta fiesta siempre acaban en pelea” exclama un espectador, pues esta trifulca ya se desataba.

Carmencita ilusionada por que pronto saldría de ese hospital de miércoles no se daba por enterada. Los padres presentes de Charito sufrían una decepción, el barrio entero tendría un tema para chismosear en la mañana, mientras el enfurecido y temeroso Pepe escapaba de la pelea, se daba a la fuga, jamás lo volverían a ver, aquella noche tomaba el primer viaje a Trujillo. Ese mismo día la Carmen era evacuada del hospital y la abandonada Charito, triste y sola se enfrentaba a un mundo distinto, sin apoyo y rechazo, era la hora de planificar otra pollada y acceder a la solidaridad de los amigos de toda la vida. Tarjeta recibida, tarjeta pagada.

martes, 19 de febrero de 2008


Chespirito, el poeta de la vecindad

Sentido homenaje a Roberto Gómez Bolaños en el día de su santo (mañana jueves 21). Llega a los 79 años, 37 de ellos vividos como Chespirito, el Shakespere de la comicidad. Aquí les presento un paseo por sus personajes, frases y su grandioso significado en América Latina. ¡Híjole Chavo…!

Una semblanza de David Gavidia.

Lima. Avenida Abancay, cuadra 5. Un grupo de personas forma un sólido cerco frente al local de Hiraoka. Pensamiento uno: Protestas (¡Exigimos reposición!). Pensamiento dos: súper ofertas (precios más bajos, ¡Siempre!). Pero las carcajadas aclaran las ideas. Casi 40 personas, todas apretadas, comparten los chistes de antaño. En la pantalla, un niño pobre, de camisas remendadas y pantalones hasta los tobillos recibe un coscorrón: ¡Toma…!, pipipipipi… una imagen sepia expulsa la nostálgica figura: es el Chavo escondiéndose en el barril y llora su pobreza. En Lima, todos ríen y ya van 37 años, tres generaciones. ¿Quién no creció viendo a Chespirito?.

Qué bonita vecindad. Cuesta creerlo, pero, cómo ese niño nos robó el corazón. El Chavo del 8, con sus necesidades, sentido práctico de la vida, en el que resalta el amor sin vanidad, la ingenuidad y nobleza pudo capturar, primero la señal del canal 8 de México para luego ser parte de esa gran estirpe que va dejando huella en América Latina. El peruano se refleja en el Chavo, el ecuatoriano también, el chileno, boliviano y colombiano, todos dibujados en esa vecindad donde se mueve su mundo, entre la miseria y la pituquería; entre el desempleo de don Ramón y las lágrimas de La Chilindrina; entre el enamoramiento de La bruja del 71, lo sangrón de Quico y la buena voluntad (exagerada y hasta ignorada) del Señor Barriga. Tres generaciones riendo con los mismos chistes, que cosa rara, no aburren, tal vez, por que cada uno mira en esos niños-adultos el pedazo de bondad que se esconde en la corteza de la adultez. Pues sí, el Chavo, fue concebido para grandes y terminó por cautivar a los chicos. Finalmente, quien no gozó con sus disparates y locuras. “¡Bueno pero no te enojes….!”

Chespirito, el genio creador. Futbolista, boxeador, cantinflesco. Dicen que intentó de todo y llegó a la actuación. Antes pisó el papel de las letras, fue poeta, guionista y escritor. Nunca antes actor, pero su vena venció, lo terminó por tumbar. Cogió papel y lápiz y comenzó a trazar las primeras figuras de lo que fueran su primeros personajes, en Los caballeros de la mesa cuadrada, pasando por el Chapulín colorado (ese antihéroe, más noble que una lechuga); el doctor Chapatín (un crítico furtivo a las negligencias médicas en México), para recorrer por el mundo del lumpe del Botija y el Peterete y continuar la línea del tiempo a través de Chaparrón y Lucas, dos esquizofrénicos (dígame licenciado. ¡Licenciado!. Gracias, muchas gracias). Para llegar a su obra maestra, en 1971, el Chavo del 8.

Lima. Local Hiraoka. 6. 00 pm. El círculo ha crecido y ahora el Chavo del 8 abraza a La Chilindrina, estrena traje nuevo y las manos del Chavo inauguran el vestido con un gran abrazo en la espalda. La Chilis , viendo la mugre de su vestido, abre lo brazos en forma de alicate, los cruza con fuerza a la altura del abdomen y “Hueeee, hue, hue, hue, hue…”. Más risas, Lima se paraliza y los oficinistas se olvidan del tumulto, el peligro y la noche que se avecina.

Pero, qué es lo que hace del Chavo, o Chespirito, ese hombre entrañable e inigualable de creación: Su genio, su escasa estatura (1.60) y la simpleza con que maneja sus personajes. Chespirito es el máximo creador de la comicidad en la historia de Latinoamérica. Supo romper los conflictos internos de nuestras sociedades convulsionadas y supo reflejar con cada uno de sus personajes el defecto punzante, doloroso y que supo maquillar con la parodia de ser uno mismo. Aceptar nuestras virtudes, complejos y fobias para regalarnos sonrisas francas y lágrimas tiernas. Jamás hubo momentos mejores, que el de compartir junto a Chespirito aquella maratón de una hora que América televisión no duda en bombardear desde hace más de 20 años. Pues, como negarle horario a quien se tatuó en el corazón, a quién supo aguar los ojos cuando se quedaba solo en su querida vecindad.

Don Ramón se ganó un pasaje a Acapulco, los sangrones de doña Florinda y Quico imitaban el viaje y doña Cleotilde se colaba en busca de su amor imposible (ron Damón). Chavito, te quedas solo, se esconde en su barril y don Barriga lo salva. Nos vamos todos a Acapulco…. Eso esoesoesoesoeso….

Capítulo memorable, digno de un domingo en la tarde después del fútbol. Digno Chespirito que imitando a un Shakespeare en miniatura y latino no dudó en hacer lo que más sabe con el papel: humor.

Es cierto. Hubo problemas y distanciamiento al final. La vecindad dejó de ser la de uniones y Quico terminó por separarse del grupo, dicen que por envidias, luego le siguieron los pasos otros personajes y el Chavo dejó de grabar, que más da, todos los capítulos que queríamos ver ya estaban hechos, así duren 30 años, así sea eterno. Así este grabado y distorsionado por el VTR de tanto uso. Allí quedaron frases, quedaron señas, canciones y musicales… Somos Cursis; Pero sacasacasaca la petacataca, cri cri y el inmortal, ¡Qué bonita vecindad!.

Lamentos aparte, la vecindad, ese mundo de barriles y piletas, cuerdas y escaleras, donde las puertas del 14 o el 71 eran abiertas para alimentar la imaginación.

Lima, 7 pm. Avenida Abancay cuadra 5. El avance informativo de América noticias pone fin al capítulo del Chavo. El público se dispersa, se toman los bolsillos y caminan con dirección al Parque Universitario. El frontis de Hiraoka se despeja y la calle sigue su rumbo. Puede ser que un niño avance por esas calles, solo. Puede ser que ahora, como el Chavo solo se esconda en un pozo de desagüe. A él nadie le regala una risa, nadie le regala un queco. Nadie le regala un desayuno. No hay un Don Ramón que se atore con su saliva al ver su pobreza. Busca un espacio y sigue mendigando. En ese niño Chespirito vio reflejado al pecoso y huérfano niño de 8 años que conquistó los canales de televisión, sin imaginar lo que pronto sería: El niño más pobre y conocido del mundo.

Sabemos que lo hiciste sin querer queriendo don Roberto Gómez Bolaños, y que en alguna de tus palomilladas como guionista se te chispoteó la idea. Y que aunque no lo supiste explicar, te enredaste en tus frases y atinaste a decir que “así como digo una cosa digo otra”, o una de esas célebres frases que hiciste legendarias con el Chapulín Colorado: “el que no se arriesga jamás su tronco endereza… digo, digo… árbol que crece torcido no cruza el mar… no, no… dime con quién andas y te enderezo el tronco…ehh… Bueno, ¡la idea es esa!.

Y, tomando palabra en este asunto don Roberto, le digo: ¡Que ideota, Chavo!. ¡Qué ideota Chespirito!, ¡Qué ideota Roberto Gómez Bolaños! Imagino que su genio jamás imaginó que sus comediantes fueran a significar iconos en la vida de sus seguidores. O tal vez sí, solo que prefirió tomarse una pastilla de chiquitolina y escabullirse de tanto barullo. ¡Yo puras habas!, dijo y como no, prefirió irle al Necaxa.

martes, 12 de febrero de 2008


Tengo a San Antonio, que me ha puesto de cabeza

En medio del día del amor y la amistad, me atrevo a dar un comentario sobre lo que siento en este día que tanto me gusta, pero a la vez que tanto estresa.

Un regalo de David Gavidia

Me enamoré por primera vez cuando tenía cinco años en el primer día del Primero de primaria. La chica se llamaba Katty y, luego de soñar con ella por una semana, en la clase de educación física me desencanté al descubrirle una cicatriz en el hombro. Por aquellos años- como ahora- el amor se dibujaba con un gusto y desfiguraba con un defecto.
Mi primer beso fue el mismo año a una chica del mismo nombre en el balcón de mi casa y con la excusa de jugar al papá y la mamá. ¡Lo juro! No sabía lo que hacía. No comprendí como pronto terminamos desnudos y debajo de la cama de su tía. Yo descubriendo su cosita y sin entenderlo, como aparecían mis primeras erecciones. Era puro instinto, cualquier contacto entre los dos era resumido como “se siente rico”. No hacíamos más que tocar nuestros cuerpos blanditos. Obviamente, no había copulación. Sin embargo, nos creíamos novios y no sabíamos que andábamos descubriendo nuestra sexualidad. Todo lo tomábamos a juego e imitación de novelas como La loba herida, que transmitía canal cuatro.
Desde entonces quedé embrujado y perturbado de todas las chicas y mujeres cuyos nombres inician con las letras “C” o “K”. Entonces aparecieron las Katys, Katerines, Karens, Carlas, Carmens y Carolinas. ¡Un suplicio, caray! Vaya rutina la mía. Sin embargo, con todas, y sin excepción, soñé en algún momento pasar el resto de mis días. Vivir un San Valentín: invitarles su gaseosita, darles su canchita en la boquita. Era la fecha ideal para manifestarles mi más sincero amor. Por lo menos eso entendía por aquellos años.
Pasó el tiempo y me volví un romántico de Radio A, oyente fiel del Club de los gatos enamorados y admirador de la voz de Héctor Felipe. Oía sus consejos de amor con la fiebre de Florentino Ariza en el Amor en los Tiempos del Cólera y remataba recitando las canciones de Gian Marco como si fueran versos escritos por mí.
Desde entonces perdí la cuenta de cuantas chicas aparecieron y desaparecieron en mi vida, sobresaltaban mi corazón, aceleraban sus latidos, iluminaban mis ojos. Como todos, sentía un temblor en las piernas, un cosquilleo en el estómago, la sensación de felicidad absoluta en un minuto al verla aparecer y la depresión inmediata al siguiente segundo al mirarla desaparecer. Todo era mágico. La aparición fugaz de la chica significaba en mi la oportunidad de quererme pulir, sobreactuar, y lo aseguro, en el caso de todos los hombres, dárselas de bacán, achorados y lisurientos. En realidad, un CSM (disculpen la abreviación y, por su puesto, la lisura).
Siempre que me quería lucir la terminaba fregando y las pocas veces que me atreví a dar un paso más allá comprendí que las mujeres se sentían humilladas al vérseles descubiertas con un gesto de correspondencia. Se sentían estúpidas al verse infragantis, y luego, por más que buscaban entregar su indiferencia sentían cagarla más al creer que el rostro se les encendía al verlo pasar. Las amigas, ¡Ay las amigas!, siempre se encargan de embarrarla más, llamando por el nombre al pata enamorado, señalando con el dedo acusador a la chica descubierta que, no le queda más que esconderse, gritar y hasta cachetear a las delatoras.
Pero volviendo al tema, por aquellos años me preparaba para San Valentín como ahora lo hago para una entrevista. Así anduviera solo. Si estaba con enamorada programaba una visita guiada por el parque, regalaba un Sublime e inventaba mi repertorio de mejores chistes que eran mi mejor regalo a mis escasos años. En caso de andar solo, enumeraba las cosas que esperaba hacer durante ese día:
- Comprar una Coca Cola.
- Esperar la visita de alguna amiga calentona.
- Ver televisión.
- Dormir toda la tarde.
Hechos que cumplía a cabalidad y marcaba, al final del día, con un check todo lo cumplido según la lista escrita un día anterior. Y así anduve hasta que me creció la edad. Y así hasta que San Valentín se volvió rutina y fui perdiendo lo romántico por lo punk. Cambié Arjona por Sabina y preferí más a Silvio que a Montaner; lo que me hizo pisar tierra y no andar como cojudo creyendo que el amor es estar EN LA CIMA DEL CIELO. No hay nada más ¡!!!! FALSO!!!!!
Enumeremos: Cuántas parejas de enamorados viven hoy estresados al saber que llegó el 14 (aun no es quincena, o sea no pagan) y se hallan más misios que el Chavo. Cuántos se rompen la chimba en pensar el mejor regalo y en imaginar que es lo que recibirán.
Los precavidos ya separaron restaurante, los otros no. Entonces, salir a buscar dónde cenar resultará, por lo menos hoy, un verdadero suplicio. Los que quieren un trago no hallaran un bar libre, los que buscan caminar hallarán las calles repletas e inundadas de vendedores que, uno, te ofrecen rosas, dos, tarjetitas, tres, caramelos. Cuatro: “No le regala una flor a su bonita novia”. Claro que dan ganas de decirles: ¡no mierda, no!. Los más misios ofertan Hortelas y los desesperados buscan hotel. ¡Ingenuo…! Acaso crees encontrarás telos libres. No hagas esfuerzos, tirar en este día resulta tan complicado como pasar logaritmos a los letrados y hacer entender qué coño es un diptongo creciente a los matemáticos. Si no has reservado cuarto, mejor no hagas el intento, papá. Claro, si aun vives con tus padres. Y si no, anda intenta conseguir un condón: “solo nos queda Piel…”. ¡Ta mare!.
Mientras, los precios de los cuartos se disparan: habitación simple/sin baño: 30 soles. Habitación con baño, agua caliente y TV: 50 soles. Habitación con baño, agua caliente, TV/cable/porno por dos horas: 70 soles. Con jacussi (sin cambio de agua) las tres horas: 100 maracas. Un fiasco.
Es por eso que hoy recuerdo con tanta nostalgia esos primeros amores donde la inocencia triunfaba. Donde ahorrábamos toda la semana para ir al cine, en el que un chocolate Princesa valía más que un Peluche de Rosatel. Un minuto juntos era la vida para nosotros. Claro que hay parejas que andan en esa honda y son felices (me incluyo, creo). Los admiro, han hallado la simpleza del amor. Esa que se resume en una sonrisa, en un gesto, en una caricia. Esas que solo piensan en pasar un rato alejados del estrés del 14. Qué se yo, viendo una película en el cable (cien veces repetida), oyendo música, conversando y rescatando los defectos y virtudes de su amor.
Una plática: “Recuerdas esa vez que…” o “Imagínate si no hubiera ido a…” para terminar con un “qué sería de nosotros si…”. La charla es el mejor remedio para una relación. Oigan, con esto no me alucino una Rampolla, pero creo decir una verdad universal.
Bueno, ya la hice muy larga y no sé come terminar. Quizás confesando que ando misio y con deudas y que solo se me antoja un trago de la selva: Jodido pero contento. Aunque pudiera ser reemplazado por un Levántate Lázaro o un Siete Veces Sin Sacarlo, cuyo valor es solo de 3 soles. Lo cierto es que ignoro que pasará mañana, jueves 14. Este día siempre ha resultado una verdadera caja de Pandora para mi, espero que, como en años anteriores, los demonios no me revienten en la cara y, termine siendo un bonito Día de San Valentín, claro, sin tener a un San Antonio puesto de cabeza.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Al amigo “Chugo”…

Oe Junior, por la Sarita que ayer casi me haces llorar. Pero no pudiste. ¡Eres una baaasssura! Pues te nos vas. Y claro, puedo sonar exagerado o maricón, pero cuando un amigo se va, te quedan esas ganas de quererte ir, aunque sea un toque con él. Es la aprensión que tratamos de evitar cuando lo tenemos cerca y buscamos aflorar cuando sabemos que se acaba. Algunos lo resumen como ingratitud, qué más da.

Y te lo digo porque eres un pendejo. Siempre te lo hice saber. Por algo te hiciste mi amigo. Te vas por un futuro mejor. Te espera la Madrastra Patria y te toca conquistarla. Hazlo igualito que los españoles con el Perú, huevas. Pero hazlo por ti, por tu familia y por la patria, jamás por la plata. Pero no nos hagamos los tarugos. Esa es una de las tantas razones por la que te vas.

¿Oe chochera, y ahora, a quién le contaré mis enredos? “Instálate el skype”, me dijiste y te seguí la corriente. “Se baja del google”, recuerdas que te contesté, pero pensé, “ta mare… no será lo mismo”. Ahora nos tocará estar frente a una PC. Tú por allá y todos por acá.

Junior, discúlpame la molestia y que joda tanto con lo mismo. Pero a uno le da pena pues. Tanto que mi mamá te llamó a felicitar: por el viaje, por tus logros, por tus éxitos. Cerebrito resultaste pues. No, me equivoco, pendejito. El mismo de la Guaraná en la tienda de Beto, cuando teníamos 9 y 10 años. El de la combi en el Santo Toribio, el del Galván, el de los partidos de fútbol, el de los goles fallados y los tantos anotados. Y ya que entramos en el tema de la nostalgia: Recuerdas las tardes de bicicleta por Los Olivos, las conversas a las cinco, los amores de siempre: los frustrados y logrados. “Ta mare”, junior, y ahora con quien conversar. A estas horas debes andar cruzando el Atlántico y uno debe estar entrevistando damnificados en Ucayali. Somos dos ramas diferentes. Cada uno feliz.

Lo que más me alegra de que te vayas es la posibilidad de que regresarás. La posibilidad de la partida siempre abre otra de bienvenida. Y me comprometo desde ya en organizar tu fiesta de llegada. Esta vez si no faltará el show, la barra y las bailarinas. Por mi marecita, te lo juro que si… Mientras acá seguiremos pasando los días, viendo como nos crece la barba, como nos sale la guata, mientras que tú debes evitar te salga ese horrible acento español. ¡Joder!.

Nos vemos pues amigo. Desde ya tengo asegurado un techo donde caer cuando visite Madrid. No te olvides de mi camiseta del Real, ni de la italiana en mi honor. Nada más te pido, qué más puedo querer si fuiste tú quien me ofreciste tu amistad, un día en el que necesitaba con quien conversar, charlar. Muchas gracias por todo y … Allí los vidrios…

Tu amigo,

David.

La calle de Quilca.
De Vallejo a Queirolo...

Con cariño, al estilo Davis Orozco (y no porque tenga su look), les ofrezco mi primera crónica, escrita en mayo 2003, cuando llevaba el curso de redacción interpretativa en la Bausate y Meza. Siempre la consideré una de mis mejores historias. Aquí sin mayores retoques, la versión original de lo que considero el inició de mi romance con mis propias letras.

Caminando por las calles del centro de Lima sentí un olor a tradición, no dudé en detener el paso y sentarme al lado de una mulata espectacular, una pizarrita de “Inka Cola” me brindaba el suculento menú: “Porción de anticuchos, un nuevo sol”. Acomodado ya, comprendí el comentario de mis vecinos comensales, tenían razón “aquella morena tenía más trastienda que un bodegón”.

Encantado quedé, y no estimado lector por la trastienda, un sueño se me hacia realidad... ¡Cenar con César Vallejo! Sí, lo vi, en su pose habitual, mano sobre el mentón y mirada perdida (aunque medio bizco). Sonreí al verlo retratado inmenso en aquella pared ¡Ocupa toda una esquina!, ¡Te da la bienvenida! Y parece recitarte de manera “cachacienta” que está hecho de piedra negra sobre piedra blanca. Pregunté a la mulata, así como quién no quiere la cosa, ¿Cómo se llama ésta calle? ella devolviéndome la mirada respondió: “Ésta es la calle de Quilca”. No dudé un instante, el boulevard y porque no la morena, me daban la bienvenida.

“Estás en la segunda cuadra, es chiquita, 50 metros no más, sigue de frente y verás La Noche de Lima, antes pasarás por el bar Queirolo, ¡Ten cuidado!, hay mucho loco y borracho por allí”, dijo la mulata de nombre Maritza. “Te invito un vinito que haga juego con tu piel”, quise decir, pero el desaire era inminente.

Pagué el sol y aún con ese sabor tan limeño y tan “anticuho” en mi boca, me puse de pie y di el primer paso a ese nuevo mundo, el de la contra cultura, el de Vallejo y Queirolo, el de la bohemia y el trago de “luca”. “Pie derecho, pie derecho” pensé, y ya estaba en avanzada.

Una mirada rápida a aquella pequeña cuadra y noté que los faroles amarillos se encendían, la noche nos tomaba por sorpresa y la mini aventura se prestaba para encender un cigarrillo. Recordé a un amigo y su frase célebre al darle la primera piteada “A mi me han dicho que David la lanza y no la pone, que es lo peor de todo” sonreí. Había llegado la hora de lanzarla y ponerla, que es lo mejor de todo. Y fue así que me mandé.

Pronto me hallé dentro del bien llamado “Boulevard de la Cultura”, tierra de piratería y la literatura, sus amplios pasadizos llenos de clásicos y contemporáneos, de mitos y leyendas “Todo baratito amiguito pa’ que lo lleves...” decía una doña a un joven, preguntando por el “Huerto de mi amada” de Alfredo Bryce Echenique, tal vez el escritor más pirateado y más vendido del lugar. Un teatrin al final del corredor mostraba a un joven poeta en plena declamación, mientras un espectador, en su silla plegable, leía atentamente “¿Quién se ha llevado mi queso?”.

Salí del boulevard y el frío en la calle, ya era de temer. Al lado, una casona vieja hacía las veces de librería antigua, “Todo x un sol” decía un letrero, libros de fotografía, de cocina criolla, de derecho penal, la historia completa del Perú hecha por Basadre, biografías, diccionarios, Atlas, en fin libros de mucho valor y poco precio, para muestra un botón: “Utopía” de Thomas More, primera edición en castellano. “Ocho soles joven, ya llévatelo a siete y no se diga más”.

Partí de aquella covacha de 3 x 10, agradecí a Dios de no haberse caído el techo en mi cabeza, y en esas andaba con Padre nuestro y todo, y ¡Oh! Señor líbranos de todos los males, pues el Averno estaba frente a mí. El pecado me llevó a él. Crucé la pista, toqué la puerta esperando me abriera Caronte y ser guiado por algún Virgilio por aquella casona de quincha y adobe, pero nadie hizo caso, mi hora aún no había llegado. Me contenté con observar la pared inmensa de aquella casona multicolor, que nos muestra deseosa su niña de la lámpara azul, sin tul, hecha toda una vedette para diario chicha. La cantina de al lado todo un espectáculo: chela o ron al ritmo de una canción y llorosos los ojos de algunos borrachazos, mientras un niño con peine y chapita en mano termina una canción de amor. ¡Por ellas hermanito, por ella!, ¡Salud!

En Quilca la música tiene un lugar especial, el verdadero emporio del rock nacional, encontramos lo más destacado y lo más “subte” de todo el Perú, donde un tipo llamado Galicio te puede atender, embriaga y culturizar con esas producciones de Leusemia, Rafo Ráez y los paranoias, La Sarita, Ni voz ni voto, Uchpa, Campo de Almas, entre otros se me presentaban en cada puesto de CD’s.

Como típica calle limeña el olor a berrinche no me sorprendió, la basura en la pista no me impactó, mucho menos aquel maricón que me gritó “¿Cuándo nos metemos un reventón?”. Las paredes inundadas de graffitis, propagandas políticas, mensajes a la conciencia y demás. No faltó el vendedor de libros de parasicología, ni la seudo gitana que me quiso leer el tarot, “No gracias señito, pero no me lance una maldición.”

Turistas entran y salen encantados de tanto desorden e informalidad, diciendo un no sé qué en su inglés frígido y castellano masticado. El perro del barrio pasea por allí, con su bolsa de huesos en el hocico, se recuesta bajo un puesto de postales y estampillas para protegerse de la tenue garúa que azota Lima, mira celoso si algún congénere hambriento o un loco vendrá a disputarse su cena con él, y yo, cruzo por el puesto de un vendedor de monedas y billetes antiguos para al fin llegar al otro extremo del nuevo mundo.

Llegué a Queriolo, casona vieja de amplios ventanales y telarañas, posada de poetas, escritores, políticos y actores, turistas y limeños, locos y cuerdos, parejas y solteros. Me provocó su mitológico vino, deseé no estar solo. Decidí lanzarme. Dudé. Las dudas matan, recordé. No entré. El olor a viejo me llamaba, me invitaba a ingresar, pero solo, ni hablar.

Pronto las palabras llegaron a mi mente “Te invito un vinito que haga juego con tu piel”, volví la mirada, di el primer paso decidido y volví a buscar aquella diosa de ébano que abrió un nuevo mundo para mí, un mundo de novela, un mundo de historia, un mundo de comedia y tragedia; el mundo delimitado por Vallejo y Queirolo, por la poesía y la bohemia... el mundo de la contra cultura, el mundo de Quilca. Iré y volveré con musa en mano como Dios manda y con voz en cuello gritaré: “¡Señor mozo! Traiga un vino pa’ celebrar que una nueva historia está por comenzar...”


Escribe: Alonso David Gavidia Castro.Mayo/Junio2003