jueves, 21 de mayo de 2009

Buenas noches, amigo Lee

En tu memoria y mi corazón.

Acabo de regresar de la veterinaria y ya no estas entre mis brazos. Estuvimos juntos hasta el final. Quizás pude hacer algo más no lo sé, tal vez no. Ya para que meditar sobre esto. Esta será la primera noche que pasemos en casa sin ti. Y eso me pone triste amigo Lee.

Acabas de partir. Casi a las once de la noche de hoy, en el cumpleaños de Héctor, el motivo no lo sé. Tampoco lo quiero averiguar. El caso que hoy ya no estas entre nosotros. Me da pena saber que ya no me recibirás por las noches ni me despedirás por las mañanas como lo hacías desde hace 16 años. Chochera, no sabes las lágrimas que nos has hecho derramar.

Traté de ser valiente en tus últimos instantes pero el verte sobre la camilla y oír al doctor que fuiste fuerte me hizo sentir mejor. Triste consuelo. Ya no te dejaré la comida por las mañanas y mas tarde te enterraremos en Campoy, en San Juan de Lurigancho, un distrito que no conoces pero que desde hoy será tu hogar.

Amigo ya te extraño, te fuiste y esperaste marcharte las horas que me tomó volver al hogar. Para despedirnos con tu último llanto. Sabía lo que significaba, esta noche ya no habrá pollo ni arroz chaufa para ti, tu plato está lleno y nuestros corazones vacios, Mi mamá te llora y yo también. Adiós compañero y esta vez –quien lo imaginaría- lo diré por última vez… buenas noches, amigo Lee.