domingo, 9 de octubre de 2011

50 mil chilenos nos dejan sin Mundial


[Cuando la ilusión de un pueblo se destruye en 90 minutos]

El domingo 12 de octubre de 1997 el presidente Alberto Fujimori enciende su televisor y se cuelga de la señal de Panamericana TV. Escucha los comentarios de Micky Rospigliosi y Eddie Fleishman, quienes se encargarán de darle voz a esta jornada, que se supone, debe ser épica.

Hace dos días Fujimori dispuso un avión de la Fuerza Aérea y despidió en el Grupo Aéreo N° 8 a cada uno de los seleccionados con abrazos, fuertes apretones de mano y el mensaje: “Traigan la clasificación a nuestro país”.

Perú definirá con Chile su pase al mundial de Francia 98 en el Estadio Nacional de Santiago. Una clasificación que no se da desde España 82, y esto genera, que más de medio país siga con entusiasmo la transmisión de lo que será este importante partido.

- “Fujimori fue a despedir al equipo como si se tratara de un ejército que iba a la guerra. Eso es peligroso porque contribuye a que se pierda perspectiva de la dimensión real de un partido, y además exacerba artificiosamente un sentido nacionalista y belicista”, dirá días más tarde –en medio de la decepción y los ánimos mortuorios- el psicólogo Alejandro Ferreyros, en la edición número 1487 de la revista Caretas.

Pero ahora falta poco para las 8 de la noche y es el domingo futbolero más feliz del que se tenga recuerdo, en los últimos 17 años:

En las calles se respira un extraño ambiente festivo que contagió, con mucha cuota de oportunismo, al ya dictador Alberto Fujimori. Las casas y los negocios tienen los televisores prendidos a todo volumen. Las familias encienden las parrillas y los barrios tienen el ánimo divertido de las tardes de primavera. Hay mucha cerveza en el refrigerador y la música suena a todo volumen. El partido será transmitido por señal abierta y el canal 5 se asegura un rating histórico.

El entusiasmo crece conforme pasan los minutos, cosa rara ya que el optimismo es un genoma poco frecuente en el ADN bicolor. 28 millones de peruanos despertaron aquel día con las tapas de los diarios ofreciendo una noche de gloria. Una gloria ajena desde los tiempos de Héctor Chumpitaz y César Cueto.

Se dice que el Ejecutivo declarará el lunes 13 como feriado si Perú logra su clasificación; las calles de Miraflores y las últimas cuadras de la avenida Arequipa estan siendo cerradas para preparar las carabanas y los corsos que recorrerán el Parque Kennedy. Congresistas y ciudadanos aventureros viajan a Chile copando todos los vuelos. Quienes no consiguen boletos a Santiago hacen el tedioso recorrido Lima- Tacna, por vía aérea; pero cruzan la frontera en un bus directo a la capital mapocha con la turística ilusión de gritar ¡Perú Campeón!.

La embajada de Perú en Chile tiene planificada una gran recepción en la que participarán embajadores, congresistas e invitados a la sede diplomática para celebrar con Pisco Sour, bocaditos y toneladas de platos criollos el triunfo de la blanquirroja.

En la Plaza de Armas de Santiago decenas de compatriotas se juntan y hacen una barra que no supera las mil personas. Tienen banderas, camisetas y binchas de la bicolor. Los hinchas del país local miran con desconfianza, también se juegan su clasificación y buscan revancha: la selección peruana había derrotado por 2-1 a la chilena en Lima.

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La clasificación es palpable y muy real para ser cierto. El equipo de Juan Carlos Oblitas ocupa el cuarto lugar en la clasificatoria. Tres puntos por encima de Chile (quinto en la tabla). Con un empate Perú comprará los boletos a París, a dos fechas del cierre de las Eliminatorias Mundialistas. Tanta es la emoción y la seguridad de que la selección peruana logrará la hazaña en tierras mapochas que desde Francia llegan dos proformas de hoteles cinco estrellas con ofertas para albergar a la selección durante su estadía en la tierra de Balzac.

En Lima, se habla de premios por la clasificación, del album Panini con fotos intercambiables de Waldir Sáenz y Zinadine Zidane; de Ronaldo y del “Coyote” Rivera; se propone regalar autos a los jugadores más destacados de la jornada y hasta entregar laureles deportivos y colocar sus nombres en la fachada del Estadio Nacional.

Estos jugadores tienen limitaciones de sobra y por ellos nadie dió algún centavo en su debut, en 1996, cuando Ecuador nos goleó por 4 a 1 en Quito. Ahora, pensar que algún equipo nos puede encajar cuatro goles parece una misión poco probable, suena a tarea imposible. Y más si se juega contra Chile, que hoy no contará con su principal figura: Iván “Bam Bam” Zamorano.

- ¡4 -1, nunca!.

- Es algo impensado.

A esta fecha Perú llega armado con un ataque profundo, veloz y de pase fino. Ese juego de toques sutiles que construyen paredes y destruyen defensas esta basado en el talento de Roberto “Chorrillano” Palacios que hace unos días nos regaló un golazo en el triunfo más memorable de aquella Eliminatoria (2-1 volteándole el partido a Uruguay en el Estadio Nacional); cuenta con Nolberto Solano, talentoso volante que ya muestra lo que será en el futuro: símbolo del Newcastle inglés; tiene el tranco largo de Jorge “Camello” Soto, que brilló con el Cristal sub campeón de la Copa Libertadores de América 1997; ofrece la elegancia de Juan Reynoso, central que rompe con el prototipo del defensa rudo y destructor de canillas que abunda en el continente; y tiene la sobriedad de Julio César Balerio, que hizo de la seguridad guardian penitente del arco peruano. No es un equipazo, pero está punto de clasificar a un mundial, nada menos que en Santiago de Chile y ante su clásico rival.

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La esperanza tiene la debilidad de ser alimentada por el mito y la gitanería. Durante la semana previa al partido chamanes peruanos y brujos chilenos han coincidido en un triunfo de la bicolor y su segura clasificación al mundial. Esto ha incrementado la confianza y vitaminizado el pensamiento mágico del peruano de a pie.

- ¡Al fin veré a mi selección en un mundial!, dirían los menores de 20 años, acosumbrados a las derrotas y a las constantes desazones del fútbol peruano.

Pero el sueño comienza a derrumbarse temprano. Los gritos de “¡Peruano maricón!” bajan desde las tribunas del Estadio Nacional de Chile con más animadversión histórica que antipatía deportiva. La rechifla al Himno Nacional de Perú ha logrado el efecto de amedrentar a la selección visitante. En las tribunas, repletas de gente, se han colocado parlantes para incrementar la bulla que impide se escuche, si quiera, alguna de las estrofas.

Las imagenes de televisión muestran a los jugadores peruanos con las caras absortas, cantando su Himno Nacional, perdidos entre tanto silbido. Sus ojos están en algún punto fijo del cielo y las rodillas las tienen inquietas, tanto, que parece no quisieran estar en este lugar. En ese instante, con tanta localía en su contra, Perú comenzó a perder su clasificación...

A los 13 minutos llegó el primero de los tres goles que marcó Marcelo Salas. Luego, los dos disparos consecutivos que Flavio Maestri estrelló en el arco chileno terminaron por ahogar la opciones de gol y el optimismo. Aquella noche Perú cayó goleado por 4-0 y en Chile construyeron su triunfo a base de gritos, presión al rival y el saber jugar en casa... 50 mil hinchas chilenos dejaron a Perú sin mundial.

En Lima las calles eran un velorio. Debió ser la noche más triste del fútbol peruano en los últimos años. Algunos no durmieron por la sensación de impotencia, la sociedad en su conjunto no asimiló la derrota con facilidad. El Perú, tan ajeno a las alegrías deportivas se había permitido soñar y cayó feo. Quizo volar, pero en el intentó toco el pavimento desde muy alto, y dolió.

En adelante, la televisión local hizo lo suyo. Repitió las imagenes de cada gol chileno con esa cuota de masoquismo que adoramos los peruanos. Y las matemáticas aparecieron para hacernos creer que todavía hay esperanzas.

- Si Bolivia le empata a Chile y Perú le gana a Paraguay...

Fue la prolongación de una agonía. Las matemáticas, tan injustas en el fútbol como tan dramáticas en la vida, no sirvieron. La última fecha de las Eliminatorias Perú enfrentó a Paraguay y lo derrotó por 1-0. Las más de 45 mil personas que llenaron el estadio de Lima estaban pendientes a la radio de lo que podía ocurrir en Santiago, con el partido Chile - Bolivia.

Pero la lógica también aparece en el balompié para desvaratar la ilusión de los equipos chicos, siempre basados en la ilógica del fútbol para alimentar sus escasas esperanzas. Chile goleó a Bolivia y Perú quedó afuera de Francia 98 por diferencia de goles.

La derrota fue el caso típico de un duelo patológico, la negación de una visa hacia la felicidad o la renovación de un pasaporte conocido hacia el fracaso.

- El peruano tienen una enorme dificultad para culminar un proyecto, sea de gol o de país, dijo –ahora sí- el psicólogo Alejandro Ferreyros.

Quedaba claro, el “bonjour” peruano, con el que tanto se había soñado, se convirtió, en 90 minutos, en un “Au revoir Perú”, que dolió tanto, como si nos metieramos un autogol en el minuto final.

De David Gavidia, el jueves, 06 de octubre de 2011, 17:26.