viernes, 31 de julio de 2009


El oficio del querer

El 30 de junio renuncié al diario La República con la esperanza de buscar cosas nuevas, experiencias extremas, lo definí como: "las ganas de rehacer... reinventarme": viajar (al Cusco y hacer el Camino Inca fue la primera idea). Luego postulé a un curso de la Fundación Nuevo Periodismo de García Márquez y quedé seleccionado para asistir a uno de sus talleres por un mes en Cartagena de Indias, Colombia. Por motivos familiares no pude asistir. Luego, postulé al Taller de Martín Caparrós, en la misma Fundación, y otra vez quedé seleccionado, pero en lista de espera. ¡Dos de dos!. Pero el mismo motivo no permite viajar (no debería). "Las cosas pasan por algo", me decían. Más con resignación tuve aceptarlo y quedarme en Lima. Para postular a dichos talleres escribí este breve manifiesto sobre mi corta experiencia profesional. Aquí les presento un resumen de lo que pienso y creo, es el periodismo: el oficio de las frustraciones, el oficio del querer. El escrito que me permitió ser, pero no ser. Quedo de ustedes...

David Gavidia.

“¿Escribir en 800 palabras mi experiencia profesional?” La sola idea de arrancar con el término exacto o el verbo justo resulta tan complejo como el decidir, ir o no al dentista, sin un dolor de muelas. Complicada la situación. Tuve vacíos mentales y lagunas artificiales que me hicieron recordar eso del terror al vacío que los Paracas supieron disimular con tanta algarabía en el color. No me siento todavía un experto, así que dejo hablar al corazón.

De golpe vienen mil ideas. Experiencias por montones. Si resumiría en una palabra el objetivo de mi trabajo se sintetizaría en lealtad (más que verdad, lo siento Gabo). Se lo dije al periodista Gustavo Gorriti durante mi entrevista de trabajo para ingresar al diario La República: “si de algo me debo preciar es que me considero sincero y leal a mis ideas. Si te digo, esto huele mal es porque me apesta. Disculpa si sueno duro o vulgar. Pero soy sincero”. Silencio. Un día después me presentaron como el nuevo redactor de la sección Sociedad.

Desde entonces comprendí eso que suena a verso: “el periodismo te enseña a observar (más que mirar)”. “El periodismo te regala experiencias, te brinda oportunidades, te ofrece mundos distintos”. Entonces comprendí el mensaje. Y aparecen nativos que defienden sus tierras y son muertos a balazos por policías inexpertos, indígenas que bloquean pistas y mueren acribillados, policías que cundan en pánico y son secuestrados y degollados. Bagua. Triste y solitaria ciudad de paisajes verdes y nubes como algodones debe ser retratada como parte de la cobertura diaria. Se convierte en un lugar noticiable, bello, pero azotado por la muerte y la confusión, por las huelgas y reclamos. Un gobierno que desespera. Un periodismo que informa sin saber cómo. La mirada paciente del cronista es el que prende la luz en este tipo de comisiones, diría Julio Villanueva Chang.

Siento que el oficio del cronista no solo es para retratar personajes o agudizar esa moda por el “yo”, sino limpiar las legañas y mostrarte historias que están allí: sus personajes y costumbres, sus luchas y miedos, sus fobias y complejos, sus problemas y esperanzas, ese sueño de grandeza estancado que en el Perú también llamamos “Choledad”. Pulir estas ideas, perfeccionar el ojo que vuelve invisible lo visible, aprender a escoger qué cosa observar, agudizar esa curiosidad infantil que requiere este oficio. Esa es mi motivación para ser parte del taller de Martín Caparrós.
También, quiero conocer Colombia. Ya lo leí: “El único riesgo es que te quieras quedar”. Abrirme mundo, conocer nuevas gentes, sociabilizar e intercambiar ideas como experiencias. Probar de ese periodismo sudamericano con olor a café que me dicen es el mejor de todos. Nutrirme de sus ideas, abstraer un poco del talento del argentino Caparrós, traerlas al Perú, ser parte de esa pequeña legión de afortunados que asiste a la Fundación. Porqué no, darle la mano a Gabo, porqué no, querer volver, porque no, pisar sus famosas redacciones. Porque no, escribir sobre las flores y sus mujeres. La fiesta y el regocijo de los pueblos es una forma de aprender de ellos. El colombiano en particular, que tanto me interesa.

En mi carrera he tenido la oportunidad de ver cosas bellas como terribles, ayudar en casos sociales como retratar goles en los minutos finales. Cubrí el terremoto de Pisco en 2007, con el 80% de casas destruidas y más de 300 muertos, fue una experiencia triste pero a su vez enriquecedora. Uno aprende del dolor humano, de la desgracia ajena. He cubierto ciudades desaparecidas por huaicos, he llegado hasta el Twinza (frontera con Ecuador) para entrevistar poblaciones nativas que combatieron en la guerra. He conocido el estrés y el compromiso con los temas sociales: niños que superan el cáncer, mujeres que luchan contra el Sida, las ganas de vivir. El periodismo es el juego de la vida y la construcción de las palabras. Es lo que siento, lo que vivo cuando lo hago.

Creo en el periodismo duro y puro. He tenido decepciones, golpes, impedimento de dormir, no conciliar el sueño pensando en la portada de mañana y esperando que mi nota sea la mejor.
He participado de conferencias y me han presentado como experto sintiéndome inexperto. He cometido errores ortográficos, confundido datos, recibido cartas rectificatorias, notariales, desmentidos públicos pero también felicitaciones de niños y gentes que requieren ayuda (que es lo que más valoro). En resumen, he hecho una carrera que siento va en ascenso, que la busca profesionalizar. Quiero perfeccionarme, ser más cada día, sudar periodismo, aspirar a ser cronista, ser parte de esa cofradía de artistas de la palabra. Por eso recurro a este taller, ilusionado con ser parte de… ¿se puede escribir mi experiencia en 800 palabras? Difícil, aun me queda el terror al vacío. Lo siento Gabo.

ADGC. Lima, 25 de junio 2009 (en el cumpleaños de mi mamá)

8 comentarios:

Anónimo dijo...

david, muy bueno tu post!!
te felicito, me sellaste una mirada nostálgica sobre el periodismo... sigue escribiendo.

Ana Briceño.

Anónimo dijo...

ese daviiiiiiiiiiiidia...a mí faltan quitarme las legañas, se me han ido acumulando durnte todo este tiempo que no escribo.....muy buen post.

Derry

Anónimo dijo...

"lo vas a lograr amigo, es lindo y pura verdad lo que escribistes,...felicitaciones"

Roberto Guerrero.

Anónimo dijo...

"Me encantó...seguro que llegarás más lejos de lo que ya estás!!!!!"

Consuelo Medina.

Anónimo dijo...

Demonios, David, qué bien escribes. Ya lo dijo Gabo también: la gente se da cuenta cuando le has puesto tripas a tu escritura. Y tú en este post sí que las has puesto. Mis felicidades y admiraciones. Sigue escribiendo. Escribe, escribe, escribe!!!
Cynthia Campos.

áNGEL ESPALDA dijo...

grande tio!!, sin duda uno de tus mejores cantos. a ver, a usted lo sigo hace rato, pero soy de los que lee y saca la cola sin dejar rastro alguno. pero ya se venia venir este pequeno comentario-saludo-abrazo. te acuerdas cuando me hiciste una nota en "el men"?, desde una esquina perdida en mis zapatos sacaste una historia alucinante, al siguiente dia cruze la panamericana empujando mi carrito y al mismo tiempo leyendo la nota del periodico, sintiendome un pequeno heroe que por fin lo habian rescatado del anonimato!!!jajja eso nunca se olvida tio, desde aquel dia me hacias gastar una china de mas diariamente y hasta ahora espero no seguir perdiendote el rastro.
aproposito hubo una historia que escribiste en no se donde que me vacilo, era algo sobre tus aventuras en los chonguitos de habich, y una jerma que emergio de ahi y luego la encontraste jugando en las grandes ligas, jajja, espero no echarte con este comment, sorry man
grande broder
saludos desde Montréal
y a seguir robando libros de las bibliotecas!!!

Anónimo dijo...

Cada vez me impacta el talento que tienes para contar tus experiencias. En esta ocasiòn la hiciste grande David. Suerte . Yovana Càrdenas L.

Anónimo dijo...

Muy buen post... ahora sé cuál es el secreto para postular con éxito a los talleres de la Fundación. El secreto es la sinceridad, está demás decir que está bien escrito,

Un abrazo, mi querido cronista de puteríos

A.