miércoles, 4 de junio de 2008

200 años entre los vivos

Lugar de reposo de presidentes, escritores, héroes y religiosos, Cementerio Museo Presbítero Maestro cumple un especial aniversario con problemas y esperanzas. Crece el turismo nocturno en su interior.


Una crónica de: David Gavidia.

¿Cómo andar entre las tumbas y de noche sin temor alguno? Cuando los nichos se hacen más profundos y los mausoleos más grandes. Cuando la oscuridad llena cada espacio y la luz solo aparece a lo lejos, como luciérnagas en el bosque. No hay ruidos y la muerte es compañía. ¿Cómo caminar entre las tumbas con tanta vida muerta?
La pregunta se la trasladamos a José Izaguirre, panteonero del Museo Cementerio Presbítero Matías Maestro. Está habituado a absolver ese tipo de dudas. Hace ocho años que trabaja allí y su experiencia le hizo llegar a una conclusión: para ver difuntos o sentirlos, hay que tener un don especial. "No cualquiera puede". Es de noche. Casi las siete. Los rincones del panteón están vacíos y le queda toda la madrugada por delante. ¿Cómo evitar el miedo?
"Simplemente no lo hay", dice.
Entonces, no puede evitarlo y relata esas historias que fascinan, y ya por esas horas tocan los nervios. Primero, que durante las noches, compañeros suyos oyen ruidos de adentro de los nichos. También, que han visto aparecidos e incluso, los difuntos, han pedido una oración de salvación. "Sucedió alguna vez en la segunda puerta del cementerio. El guardián de turno oyó ruidos. Entonces, se le apareció alguien y le dijo: "Quiero que me salven… recen por mí". Luego desapareció, desde ese día, se hace una oración por el alma". Todo lo cuenta en un ambiente tétrico, donde las siluetas de estatuas se levantan sobre las tumbas y parecen recorrer un eterno peregrinaje.
Son las 7.30 pm.

UN POCO DE HISTORIA
El Cementerio Presbítero Maestro fue abierto el 31 de mayo de 1808. Hace doscientos años. Rompió con la costumbre de enterrar los cuerpos en hospitales, conventos y parroquias para que al fin descansen en un espacio público. El mismo que ahora pisamos, antorchas en mano.
Ha llegado público y el recorrido solitario que iniciamos con José Bocanegra, historiador y guía del museo cementerio ha culminado. Ahora toca conocerlo en grupo. Han llegado 500 personas. Inician "Noches de Luna Llena", recorrido por el Presbítero Maestro que se realiza los últimos jueves de cada mes. Siempre de noche. En él, también participan, Luis Repetto y Gubén Chaparro.
Allí se explica que la construcción del camposanto se inició un 23 de abril de 1807 bajó la dirección del sacerdote Matías Maestro. También se destaca que fue por órdenes del Virrey Abascal y se inauguró un día como hoy hace doscientos años con el traslado de los restos del Obispo Juan Domingo Gonzales de la Rivera.
En el ambiente se respira una carga espiritual fuerte. A veces alimenta, otras agobia. Quedarse solo por los recovecos estimula el corazón, las emociones son fuertes. Es producto de las más de 850 tumbas, monumentos y mausoleos. También, de los más de 220 mil nichos que hay en el lugar.

HABITANTES ILUSTRES
En el Presbítero habitan peruanos ilustres: José Balta, Manuel Pardo, Felipe Santiago Salaverry, Abraham Valdelomar, Ciro Alegría, Ricardo Palma. Los héroes caídos en la Guerra del Pacífico y hasta santos populares como el niño Ricardito. Pero, así como su belleza histórica, también –en palabras de Luis Repetto– el cementerio tiene los mismos problemas que la ciudad: falta seguridad, hacinamiento, agua, contaminación.
Allí se ven estatuas sin manos, ausencia de dedos, monumentos de bronce robados. Dicen que chamanes y delincuentes comunes ingresan por las madrugadas e intentan saquear el lugar, que tiene más de 20 hectáreas. Rituales, falta de cultura. Todo en una suma de complejidades. "Imagínate, una estatua de bronce de 150 años vienen, la roban y la venden a diez soles", dice resignado Bocanegra, rodeado de niños y adultos que escuchan su explicación. El recorrido dura dos horas. Es el momento de partir.
Entonces el panteón queda solo y los guardias también. Además de los historiadores quién mejor que ellos para conocer este bicentenario Presbítero Maestro. Ese que nació en los extramuros de Lima y hoy es centro de la historia nuestra, con sus bellas estatuas neoclásicas y estructuras funerarias europeas del siglo 19. Allí, donde la muerte no es el fin, sino, como dicen, una simple continuación.


* (Crónica publicada en el diario La República el sábado 31 de mayo)

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