martes, 12 de febrero de 2008


Tengo a San Antonio, que me ha puesto de cabeza

En medio del día del amor y la amistad, me atrevo a dar un comentario sobre lo que siento en este día que tanto me gusta, pero a la vez que tanto estresa.

Un regalo de David Gavidia

Me enamoré por primera vez cuando tenía cinco años en el primer día del Primero de primaria. La chica se llamaba Katty y, luego de soñar con ella por una semana, en la clase de educación física me desencanté al descubrirle una cicatriz en el hombro. Por aquellos años- como ahora- el amor se dibujaba con un gusto y desfiguraba con un defecto.
Mi primer beso fue el mismo año a una chica del mismo nombre en el balcón de mi casa y con la excusa de jugar al papá y la mamá. ¡Lo juro! No sabía lo que hacía. No comprendí como pronto terminamos desnudos y debajo de la cama de su tía. Yo descubriendo su cosita y sin entenderlo, como aparecían mis primeras erecciones. Era puro instinto, cualquier contacto entre los dos era resumido como “se siente rico”. No hacíamos más que tocar nuestros cuerpos blanditos. Obviamente, no había copulación. Sin embargo, nos creíamos novios y no sabíamos que andábamos descubriendo nuestra sexualidad. Todo lo tomábamos a juego e imitación de novelas como La loba herida, que transmitía canal cuatro.
Desde entonces quedé embrujado y perturbado de todas las chicas y mujeres cuyos nombres inician con las letras “C” o “K”. Entonces aparecieron las Katys, Katerines, Karens, Carlas, Carmens y Carolinas. ¡Un suplicio, caray! Vaya rutina la mía. Sin embargo, con todas, y sin excepción, soñé en algún momento pasar el resto de mis días. Vivir un San Valentín: invitarles su gaseosita, darles su canchita en la boquita. Era la fecha ideal para manifestarles mi más sincero amor. Por lo menos eso entendía por aquellos años.
Pasó el tiempo y me volví un romántico de Radio A, oyente fiel del Club de los gatos enamorados y admirador de la voz de Héctor Felipe. Oía sus consejos de amor con la fiebre de Florentino Ariza en el Amor en los Tiempos del Cólera y remataba recitando las canciones de Gian Marco como si fueran versos escritos por mí.
Desde entonces perdí la cuenta de cuantas chicas aparecieron y desaparecieron en mi vida, sobresaltaban mi corazón, aceleraban sus latidos, iluminaban mis ojos. Como todos, sentía un temblor en las piernas, un cosquilleo en el estómago, la sensación de felicidad absoluta en un minuto al verla aparecer y la depresión inmediata al siguiente segundo al mirarla desaparecer. Todo era mágico. La aparición fugaz de la chica significaba en mi la oportunidad de quererme pulir, sobreactuar, y lo aseguro, en el caso de todos los hombres, dárselas de bacán, achorados y lisurientos. En realidad, un CSM (disculpen la abreviación y, por su puesto, la lisura).
Siempre que me quería lucir la terminaba fregando y las pocas veces que me atreví a dar un paso más allá comprendí que las mujeres se sentían humilladas al vérseles descubiertas con un gesto de correspondencia. Se sentían estúpidas al verse infragantis, y luego, por más que buscaban entregar su indiferencia sentían cagarla más al creer que el rostro se les encendía al verlo pasar. Las amigas, ¡Ay las amigas!, siempre se encargan de embarrarla más, llamando por el nombre al pata enamorado, señalando con el dedo acusador a la chica descubierta que, no le queda más que esconderse, gritar y hasta cachetear a las delatoras.
Pero volviendo al tema, por aquellos años me preparaba para San Valentín como ahora lo hago para una entrevista. Así anduviera solo. Si estaba con enamorada programaba una visita guiada por el parque, regalaba un Sublime e inventaba mi repertorio de mejores chistes que eran mi mejor regalo a mis escasos años. En caso de andar solo, enumeraba las cosas que esperaba hacer durante ese día:
- Comprar una Coca Cola.
- Esperar la visita de alguna amiga calentona.
- Ver televisión.
- Dormir toda la tarde.
Hechos que cumplía a cabalidad y marcaba, al final del día, con un check todo lo cumplido según la lista escrita un día anterior. Y así anduve hasta que me creció la edad. Y así hasta que San Valentín se volvió rutina y fui perdiendo lo romántico por lo punk. Cambié Arjona por Sabina y preferí más a Silvio que a Montaner; lo que me hizo pisar tierra y no andar como cojudo creyendo que el amor es estar EN LA CIMA DEL CIELO. No hay nada más ¡!!!! FALSO!!!!!
Enumeremos: Cuántas parejas de enamorados viven hoy estresados al saber que llegó el 14 (aun no es quincena, o sea no pagan) y se hallan más misios que el Chavo. Cuántos se rompen la chimba en pensar el mejor regalo y en imaginar que es lo que recibirán.
Los precavidos ya separaron restaurante, los otros no. Entonces, salir a buscar dónde cenar resultará, por lo menos hoy, un verdadero suplicio. Los que quieren un trago no hallaran un bar libre, los que buscan caminar hallarán las calles repletas e inundadas de vendedores que, uno, te ofrecen rosas, dos, tarjetitas, tres, caramelos. Cuatro: “No le regala una flor a su bonita novia”. Claro que dan ganas de decirles: ¡no mierda, no!. Los más misios ofertan Hortelas y los desesperados buscan hotel. ¡Ingenuo…! Acaso crees encontrarás telos libres. No hagas esfuerzos, tirar en este día resulta tan complicado como pasar logaritmos a los letrados y hacer entender qué coño es un diptongo creciente a los matemáticos. Si no has reservado cuarto, mejor no hagas el intento, papá. Claro, si aun vives con tus padres. Y si no, anda intenta conseguir un condón: “solo nos queda Piel…”. ¡Ta mare!.
Mientras, los precios de los cuartos se disparan: habitación simple/sin baño: 30 soles. Habitación con baño, agua caliente y TV: 50 soles. Habitación con baño, agua caliente, TV/cable/porno por dos horas: 70 soles. Con jacussi (sin cambio de agua) las tres horas: 100 maracas. Un fiasco.
Es por eso que hoy recuerdo con tanta nostalgia esos primeros amores donde la inocencia triunfaba. Donde ahorrábamos toda la semana para ir al cine, en el que un chocolate Princesa valía más que un Peluche de Rosatel. Un minuto juntos era la vida para nosotros. Claro que hay parejas que andan en esa honda y son felices (me incluyo, creo). Los admiro, han hallado la simpleza del amor. Esa que se resume en una sonrisa, en un gesto, en una caricia. Esas que solo piensan en pasar un rato alejados del estrés del 14. Qué se yo, viendo una película en el cable (cien veces repetida), oyendo música, conversando y rescatando los defectos y virtudes de su amor.
Una plática: “Recuerdas esa vez que…” o “Imagínate si no hubiera ido a…” para terminar con un “qué sería de nosotros si…”. La charla es el mejor remedio para una relación. Oigan, con esto no me alucino una Rampolla, pero creo decir una verdad universal.
Bueno, ya la hice muy larga y no sé come terminar. Quizás confesando que ando misio y con deudas y que solo se me antoja un trago de la selva: Jodido pero contento. Aunque pudiera ser reemplazado por un Levántate Lázaro o un Siete Veces Sin Sacarlo, cuyo valor es solo de 3 soles. Lo cierto es que ignoro que pasará mañana, jueves 14. Este día siempre ha resultado una verdadera caja de Pandora para mi, espero que, como en años anteriores, los demonios no me revienten en la cara y, termine siendo un bonito Día de San Valentín, claro, sin tener a un San Antonio puesto de cabeza.

3 comentarios:

@jlbugarin dijo...

Hola David. Te saluda Jose Luis (chugo´s friend), verdaderamente te empiezo a leer y me parece graciosisimo y muy real todo lo que escribes. En en post al amigo chugo tambien te pasaste. Tambien decirte que en mi tienes un amigo. Yo tambien ando con mis penas y tristezas y el Chugo era uno de los que siempre estaba ahi. Bueno pues en mi blog http://blog.nsiperu.com te has ganado un enlace a tu fabuloso Blog. Que tengas un buen 14 de Febrero y Feliz Dia de la Amistad!!!

Unknown dijo...

Qué niño tan precoz!!!! ... en verdad de la PM.

Anónimo dijo...

Contra Valentines, Antonios y toda la melcocha:
David, te leo muy tarde! 3 de julio!! jaja, si te hubiera leído antes no me habría sentido tan sola en esto de detestar, no el día, sino lo jodido que puede llegar a ser (un "no, mierda" a un vendedor de rosas puede acabar con el romanticismo). Un aporte para los que no quieran, les llegue, o no puedan por ausencia, pérdida o robo de su media naranja celebrar el melcochudo día: Reúnanse con la mancha soltera, rían hasta el amanecer, que ellos, al igual que uno, andan esperando un poco de alcohol que les quite el mal sabor de la soledad. Total, también es el día de los amigos. Y, a diferencia de los Piel, los telos y los restaurantes (amigos ingratos que te voltean la cara cuando más los buscas), el humilde alcohol siempre te dará la mano en esos momentos. Salud! Y abajo el Club de los Gatos Enamorados!
Cyn.