martes, 14 de octubre de 2008

Nació un 31 de agosto de 1929. Murió un 4 de diciembre de 1994
Un homenaje al maestro Ribeyro

Maestro, usted que descansa allá en el cielo, cuénteme, cómo nos ve. A estos personajes suyos, a estos mudos parlantes. Cuénteme maestro, ya que sin haberlo conocido me siento cerca de usted… Y pensar que a han transcurrido casi catorce años de su partida.

Escribe: David Gavidia.

Querido Julio Ramón,

Discúlpeme por estas vagas líneas. Su grandeza, tal vez, hagan de este homenaje un sencillo pasquín, pero no podía ser ajeno a su celebridad, ajeno al mes en el que usted, por terco, se nos fue.

Y le digo terco, porque usted Ribeyro prefirió la tumba a quedarse paralítico de genio (no podía escribir sin cigarro entre los labios), temeroso cáncer de mentes fértiles como la suya Julio Ramón. Pero ello nos costó, nos dolió y golpeó duro aquí en el corazón, por que dejamos que usted sea devorado por aquella musa negra vestida de cangrejo y nos dejara huérfanos de cuento, huérfanos de Ribeyro.

Y uno que lo conoció desde pequeño y oyó de voces padres oír que Ribeyro era camarada de tertulia, flaco, lánguido y ameno de voz. Aunque su fama de triste lo hayan hecho un literato que gusta. Pocos han logrado lo que usted, Julio Ramón: hacer de Lima, eje motriz de sus historias, capital convulsionada donde “…encontrar a un limeño es un verdadero milagro” y van muriendo los recuerdos de “Las tristes querellas en las vieja quintas”.

Ribeyro, y uno que aprendió a quererlo en las aulas al toparse con “Los gallinazos sin plumas” en las carpetas primarias, “La botella de chicha” en las secundarias y con “Silvio en el Rosedal” en la universitarias, déjeme decirle algo: en realidad con usted se aprende, sí, se aprende a ver “su” vida, “nuestra” vida depositada en aquellas hojas amarillas, todos somos personajes de sus obras, todos hemos crecido como higuerillas en los lugares más amargos y escarpados, donde se aprende de la vida, su dulzura y acidez. Don Julio Ramón, hoy usted nos hace falta.

Y si pedí disculpas por estas líneas fue porque esta misiva de investigación no tiene nada, pero si de aquellas cartas que usted, amigo mío recibía cuando en Paris yacía afincado y con la cabeza gacha evitando la fama, aquella que usted tanto odiaba. De usted se ha escrito mucho, y se ha hablado mucho también, pero todos tienen un defecto: Todos creen tener la gran verdad.

Don Julio Ramón Ribeyro, qué hubiera sido de usted si nos hubiera durado un poquito más. Porque se nos fue como los más grandes… quién lo diría pues, que ese flaco “fumeque”, el mismo que irónicamente cuidaba su salud con largos paseos en bicicleta acompañado, por supuesto, de un cigarro en los delgados labios, logaría en su soledad disfrutar del premio más importante de las letras en el habla hispana: el Rulfo, sueño de los más connotados escritores. Pues sí Julio Ramón, lo ganó y días más tarde nos dejó, ¿Irónico verdad?, o es que usted lo decidió así, largarse de esta tierra para ser recodado como los más grandes… se nos murió usted en los años más felices de su vida, cuando con cáncer y todo era capaz de encender cigarrillos y disfrutar escribiendo frente a su vieja máquina, la misma que no abandonó ni un minuto antes de su muerte, aquella fabulosa que fue el nexo entre su mente y el papel para regalarnos los personajes más entrañables de sus obras, entregarnos Efraínes, Bobys y Albertos en frenéticas luchas con los cholos Gálvez, por que usted fue así Ribeyro, terco, y prefirió dejarnos huérfanos de cuento a quedarse usted viciado de mente, paralítico de credo literario.

Don Julio Ramón, le dejo esta carta bajo el brazo, tal vez no fue mucho, pero la intención cuenta, no quise repasar mayores detalles de su vida, para qué, si usted fue tan discreto. Para qué hablar, para que narrar, sólo le digo algo amigo mío, cuando respiro tranquilo en cama y salta a mi mente las ganas de soñar pienso en usted, creo en su obra y la agradezco, luego maldigo la hora en la que este mundo de mierda nos privó de usted, don Julio Ramón Ribeyro. Seguiré su sendero, ¡Gracias Maestro!.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

ya te crees por tu blog, Ribeyro indudablemente es un ejemplo magistral para muchos, por su talento e historia. Creo que falta mucho para llegar al nivel de esa pluma sin embargo espero que la pereza y el sueño no me arrebaten la esperanza. Y en cuanto al texto, no dudo que este bien escrito pero es precisamente allí donde creo que falla esta "muy pink" debería haber algo más chocante, fuera del guión, trabajado dentro de las formas como lo hacía Ribeyro pero con un fondo intenso y con altas dosis de crítica.

Arturo Valverde dijo...

Maestro!!
Ya que usted no ha dejado aun su comentario sobre mi Blog, pasoa visitarlo, con al esperanza de que me devuleva la visita...
Sin duda alguna, Ribeyro era un escritor de la p.m. , él contaba que uno de sus influencias había sido Guy de Maupassant, trata de leerlo...

tu pata,

arturo

Unknown dijo...

Bueno, solo decir que espero que continues publicando más seguido, como antes lo hacías. Espero esas notas fuertes y llenas de corazón, rabia y muchos otros sentimientos.

Unknown dijo...

Extrañaba este tipo de notas...

Anónimo dijo...

oye esa abril84 te comenta mucho, no? tssssssssssss...

Anónimo dijo...

David!

Como siempre lo he dicho..., escribes màgnifico. Aunque hay historias que deberìas descubrir para contarlas, con màs dosis de humor y fuerza del corazòn... Estas por buen camino...

Tu amiga,

Yovana Càrdenas L.